Texto escrito por el Catedrático de Lengua y Literatura y Doctor en Filología Románica Fidel García Martínez.
Imagen de San José de la Basílica del Sagrado Corazón de Gijón.
Conmemorando el 150º aniversario de la declaración de San José como Patrono de la Iglesia el Papa Francisco, Pastor delicado y profundo, nos ha regalado una carta apostólica y decreto con especiales indulgencias que tiene como lema PATRIS CORDE: CON CORAZÓN DE PADRE: ASÍ JOSÉ, AMÓ A JESÚS, LLAMADO EN LOS EVANGELIOS “EL HIJO DE JOSÉ”. Con esta sencilla y profunda carta apostólica, el Papa quiere revitalizar entre los fieles católicos y entre todos los hombres de buena voluntad un conocimiento de la persona y de la obra de Padre legal de Jesús y el esposo de su Madre Virginal. Inspirándose en los datos que se encuentran en los Evangelios Canónicos sobre la Infancia de San Mateo y San Lucas, pocos pero los suficientes para elaborar una Teología de la importancia extraordinaria de la misión providencial que San José tuvo en la vida de la Iglesia Católica; también en estos tiempos marcados por la pandemia que no cesa. San José muy poco tiene que ver con la imagen tradicional que con mucha frecuencia se presenta en imágenes y estampas o en leyendas y devocionarios piadosos populares: como un padre abuelo anciano y venerable quien con gesto de admiración contenida y resignación pasiva cumple una misión que no entiende. O esa imagen comercial y consumista de las grandes superficies que aprovechan su nombre y su día para festejar el del padre demasiado consumista y un poco sin sentido. Ciertamente son muchos los hombres, los populares y queridos Pepes, que lo tienen como patrón y protector el Papa se centra en los pocos datos que los evangelios nos comunican sobre San José para presentarlo como realmente fue: un varón justo, siempre dispuesto a cumplir la voluntad de Dios. Tuvo la valentía de asumir la paternidad de Jesús en momentos especialmente complicados y esperó contra toda esperanza en momentos de confusión y de oprobio: la maternidad virginal de su Santa Esposa, el nacimiento en la pobreza más absoluta de su Hijo, la huida a Egipto en tiempos de persecución y muerte contra su familia; la vida de trabajo y humildad en el pueblo de Nazaret con su profesión de carpintero y constructor, como lo reconocieron sus paisanos para desacreditar a Jesús como hijo del carpintero, oficio que el mismo Jesús ejerció antes de ser bautizado por San Juan en el río Jordán y comenzar su vida pública, en donde será conocido como. El Hijo del Carpintero.El Papa Francisco seguidor de San José, sigue la enseñanza de los grandes papas, que han destacado la misión providencial de San José como patrono de la Iglesia universal: Pío IX lo declaró Patrono de la Iglesia Católica, Pío XII los presentó como patrono de los trabajadores así como San Juan Pablo II en su maravillosa encíclica Custodio del Redentor. El pueblo fiel lo considera Patrono de la buena muerte, por fallecer en manos de Jesús su hijo legal y de María su esposa virginal. El Papa Francisco se ha centrado muy especialmente en presentar a San José cercano a nuestra condición humana. En estos duros tiempos de la Covid-19: cuando todos sin excepción experimentamos, que nuestras vidas están tejidas y sostenidas por personas comunes, corrientemente olvidadas, que no aparecen en los grandes medios con sus escándalos y sus éxitos esas personas comunes que trabajan duramente por los demás (médicos, enfermeros, enfermeras, fuerzas de seguridad, trabajadores de los supermercados, transportistas, profesores. padres madres abuelos, FF.AA todos pueden encontrar un apoyo y un guía en estos tiempos. El Papa, cita a Santa Teresa de Jesús, la gran propulsora universal de la devoción a San José de quien dice: “se me apareció San José mi verdadero padre y señor y me dio a entender que no me faltarían dineros y concertara los oficiales para edificar el monasterio”. Todas las fundaciones de la gran escritora castellana, desde la de Ávila a la de Burgos incluida la problemática y difícil de Pastrana, por la actitud rebelde de la Princesa de Éboli, Ana de Mendoza, víctima de conspiraciones palaciegas, tenían como titular a SAN JOSÉ