Crónica del acto publicada por ANA RANERA en el diario El Comercio:

«Hoy en día se meten en política el tonto de la clase, funcionarios y caraduras»
Pedro Baños presentó en el Ateneo Jovellanos, de la mano del Aula de Cultura de este diario, ‘La encrucijada mundial. Un manual del mañana’

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«Los mejores no quieren entrar en política», recordaba este lunes, una y otra vez, Pedro Baños, durante la presentación de su último libro, ‘La encrucijada mundial. Un manual del mañana’. El coronel llenó, para esta cita -organizada por el Ateneo Jovellanos y el Aula de Cultura de EL COMERCIO- el salón de actos de la Caja Rural de Gijón, y, con esa sala a rebosar de asistentes, aprovechó para quejarse de que, hoy en día, quienes entran en política son «el caradura, el tonto de la clase y el funcionario». Muchos de los presentes asentían, al escuchar esta afirmación tan cruda, con la que el coronel invitaba a reaccionar. «Tenemos que protestar de verdad, no basta con hacerlo en la barra del bar», apuntaba, al tiempo que destacaba que «hay problemas que hemos normalizado, pero que van en contra del espíritu de la democracia».

A él le parece que vivimos en una sociedad aletargada, que no se moviliza por nada. «Nos tienen entretenidos con la nieta de Ana Obregón para que no sepamos de las grandes cuestiones», se quejaba, al tiempo que reconocía que «todos tenemos derecho a la evasión, pero el problema es cuando el entretenimiento es masivo e intencionado».

Además, estamos inmersos en una realidad absolutamente polarizada. «Nos han fanatizado y, cuando hablas con un fanático, nunca va a razonar», reflexionaba. «Nos han convertido en talibanes políticos», proseguía, convencido de que, en el Congreso de los Diputados, «se ha perdido la elegancia, es barriobajero. Estamos entrando en una degeneración absoluta de la política».

De hecho, para él, los partidos «se están convirtiendo en agencias de colocación». Y, si se para a hablar del Senado, «eso es un cementerio de elefantes y, ya si hablamos de los europarlamentarios, son elefantes arrastrando los colmillos por el suelo».

Pero no hacemos nada y, por eso, «nos tienen viendo series y encima drogados porque España es el país del mundo con mayor consumo de drogas legales como antidepresivos y ansiolíticos». Por esas cuestiones y otras muchas que analizó durante la presentación, Baños concluía, con dolor, que «España es un país débil. Aquí vienen a darnos las instrucciones».

Entrevista publicada por VERÓNICA GARCÍA-PEÑA en el diario El Comercio:

«Si no somos capaces de reforzar la democracia, podemos llegar a perderla»
Presenta mañana ‘La encrucijada mundial’ en el salón de actos de la Caja Rural de la mano del Aula de Cultura de EL COMERCIO

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A través de un análisis concienzudo e integral, el último libro del coronel y escritor Pedro Baños (León, 1960), ‘La encrucijada mundial’ (Ariel, 2022), nos invita a reflexionar sobre las dificultades a las que la sociedad actual se enfrenta y el modo en el que afronta el futuro más inmediato, pero lo hace desde una perspectiva práctica. De esta forma, propone soluciones que sirvan a todas las personas con independencia de dónde vivan. Un libro que se presenta mañana, a las 19 horas, en el salón de actos de la Caja Rural, en Gijón, de la mano del Ateneo Jovellanos y el Aula de Cultura de EL COMERCIO.

-¿Somos una sociedad conformista y acrítica?

-Mucho. Hemos entrado en un estado de atonía social y política, y no somos lo suficientemente críticos incluso cuando vemos grandes desmanes. Nos hemos vuelto demasiado apáticos. Esto sucede muy especialmente en España porque en otros países sí vemos una reacción social más significativa. Aquí, en cambio, estamos en un momento de verdadera apatía que no coincide, además, con el espíritu tradicional español.

-¿Deberíamos ser más exigentes?

-Desde luego. En una sociedad que se está transformando por completo, deberíamos ser mucho más exigentes y conscientes de a quién damos las riendas de nuestra vida. Ahora hay elecciones -municipales, autonómicas y generales-, y esto nos debe llevar, al conjunto de la sociedad, a una profunda reflexión.

-¿Hemos dejado de pensar por nosotros mismos?

-En cierto modo, sí. Hay que tener en cuenta que ahora estamos rodeados de una gran manipulación por todos los lados. Que recibamos más información no significa que estemos mejor informados, porque ese exceso hace que no tengamos tiempo para reflexionar, sobre todo en ciertas capas de la sociedad en las que la inmersión en el mundo cibernético es mayor. Cada vez hay más gente que dice que no ve las noticias ni la televisión convencional. Solamente películas y series en plataformas digitales. Está totalmente desconectada de la realidad y así estamos dando vía libre para que hagan con nosotros lo que quieran.

-Este alejamiento, ¿puede deberse a una búsqueda constante de la felicidad por encima de cualquier otra cosa?

-Hemos entrado en una sociedad muy materialista, nihilista y excesivamente hedonista y cualquier cosa que nos quiera trastocar nuestro pequeño mundo feliz, la rechazamos. Pero eso es vivir una falsedad. Es engañarnos a nosotros mismos, pues el mundo es mucho más complicado y, si no vemos lo que sucede, por qué y quién hace que suceda, estamos dando carta blanca para que sigan manipulando nuestras vidas.

-La felicidad es efímera, por lo que produce frustración. Esa frustración, ¿puede llevarnos a ser más manipulables?

-Sí, porque, además, hay que tener en cuenta que vivir en un estado de excesiva felicidad hace que no progresemos. Si la sociedad es lo que es actualmente, es gracias a que ha habido personas que se consideraban inquietas, insatisfechas, y que pensaban que se podía mejorar. Si viviéramos todos en un estado en el que consideráramos que ya hemos alcanzado la felicidad plena, jamás progresaríamos.

-Por lo tanto, es importante tener cierta dosis de infelicidad.

-Siempre hay que tener esa pequeña dosis de infelicidad para ver cómo se puede mejorar el conjunto de la sociedad o cómo podemos conseguir un mundo simplemente más humano. Creo que esto es algo muy importante. Es cierto que hay quien trata de convencernos de todo lo contrario, de que ya hemos alcanzado ese momento de felicidad y que para qué queremos llegar a más, ¿no?, pero la vida es mucho más complicada que eso.

-En el libro se reflexiona sobre la felicidad y su relación con la libertad.

-Alcanzar la felicidad total no es posible si no contamos con una dosis de libertad. Creo que eso es precisamente lo que nos hace personas, lo que nos hace que podamos disfrutar de algo que siempre se ha considerado trascendental: el libre albedrío. No que alguien decida o piense por nosotros; que se nos diga que, como ya disfrutamos de ciertos bienes materiales, ya tenemos que ser felices. Eso es algo que critico profundamente en el libro.

-Y, en nuestro modo de sentir la felicidad, ¿tiene que ver el auge de las redes sociales, la inteligencia artificial o los algoritmos?

-Si antes existía el cuarto poder, que era la prensa o los medios de comunicación tradicionales, este es el quinto poder donde actúan las grandes potencias que dirigen el mundo y que tratan de convencernos de que sus postulados son a los que nos debemos acoger porque eso nos va a trasladar a un mundo feliz. Pero debemos dudar, porque toda imposición a la vida me parece perniciosa y, entre otras cosas, porque dudar nos hace sabios, como ya decía Descartes.

-Una sociedad acrítica y conformista, pero también una sociedad del miedo. ¿Qué es la sociedad del miedo?

-El miedo es un gran controlador social. Cuando a una sociedad se le hace temer a algo, es la propia sociedad la que entrega su libertad y su seguridad a un poder que le dice que va a solucionar ese problema; es decir, que la va a proteger de ese algo que le causa pavor. Esto es algo que ha sucedido muchas veces a lo largo de la historia. Es una herramienta de control y manipulación social de primera magnitud. Por eso tenemos que ser capaces de reflexionar por nosotros mismos, ir más allá de los mensajes de miedo que nos lanzan. Una población bien formada y capacitada debería reaccionar y responder con la suficiente diligencia ante estos mensajes.

-Una población que cada vez es más apolítica, por lo que ¿cómo no escuchar los cantos de sirena?

-Estamos viendo como, en general, en Europa, los índices de abstención cada vez son mayores, lo que llama poderosamente la atención porque, al final, estamos poniendo nuestra vida, nuestra hacienda y hasta nuestro honor en manos de personas que no son los más capaces. Eso, obviamente, está relacionado con el gran desprestigio de la política en el mundo occidental, lo que no deja de ser un menoscabo para el concepto tradicional y puro de democracia, y esto es muy preocupante.

-¿Puede acabar con la democracia tal y como la conocemos?

-Sí, porque, lamentablemente, la democracia está muy atacada por algunos de nuestros políticos. Estamos asistiendo a escándalo tras escándalo y eso lleva a que la gente desconfíe, se desconecte. Por ejemplo, cada vez hay menos personas afiliadas a los partidos políticos, algo que llama la atención porque, en su momento, fueron un gran referente, pero se ha perdido la conciencia política verdadera y eso es grave teniendo en cuenta que en el mundo se están imponiendo cada vez con más fuerza los autoritarismos. Si no somos capaces de reforzar la democracia, podemos llegar a perderla.

-¿Qué significa este libro para usted?

-Para mí es un libro muy importante porque he ido más allá de lo que es mi pura especialidad, que es la geopolítica. He intentado ver no solo cómo se reflejan los problemas en el mundo, sino también buscar soluciones. Es un libro que es un acto de servicio casi definitivo al que le he dado máxima trascendencia y con el que he intentado afinar al máximo para que nadie se sintiera molesto, porque, como militar, nunca jamás ataco ni a unas siglas ni a un político en concreto, pero sí creo que el conjunto debe ser mejorado y, para eso, tenemos que ponerlo negro sobre blanco.

Noticia sobre el acto publicada en El Comercio por Miguel Rojo

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