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DESPEDIDA A UN GRAN ATENEÍSTA

Eso quieren ser estas líneas que hoy dedico a Luis Arias Argüelles Meres. Hace años que conocí al escritor, al investigador, al maestro y finalmente al amigo. Pues en eso se convirtió con el paso del tiempo. Mi primer contacto tuvo precisamente lugar en el Ateneo en tiempos en los que dirigía la institución el también desaparecido y muy querido José Luis Martínez. El tiempo que corre implacable, nos va dejando sin los adalides de la cultura que fueron /son referente de la misma en nuestro Principado. Deseo agradecerle públicamente la última colaboración con el Ateneo Jovellanos. Programábamos hace un año un ciclo para recordar personajes relevantes de nuestra historia y, pese a pandemias por medio, él coordinó toda la actividad, bien personalmente, bien acercando a nuestra tribuna a verdaderos especialistas en materia. Es de agradecer, y mucho, que estando ya enfermo se preocupara y ocupara por el funcionamiento del Ateneo Jovellanos. Inauguró el ciclo en el mes de septiembre, lo clausuró en diciembre y hoy, apenas un mes después, lloramos su muerte. Huelga decir que hizo un gran esfuerzo al estar ya bastante enfermo, pero quiso morir con las botas puestas. Durante esos aciagos meses que duró su enfermedad no dejó de escribir en este su querido diario El Comercio, donde con gran atino y acierto desgranaba lo más candente de la actualidad (“Escribo en El Comercio porque tengo absoluta libertad para expresarme”, me dijo un día). La cultura, en su más amplia acepción, fue una parte muy importante de su vida, no diré que la más, pero sí formaba parte de ella tal vez tanto como el aire que respiraba y fue un republicano con mayúsculas, sin estridencias. Cada vez que ocupaba la tribuna ateneísta se solía llenar el aforo, bastaba con anunciar que la conferencia estaría a cargo de Luis para que se movilizasen los ateneístas para escucharle. Tenía una capacidad para conectar con el auditorio que iba más allá de sus conocimientos, que eran muchos, porque era un gran comunicador. Nos enseñó muchas cosas, abrió caminos para adentrarnos en un mejor conocimiento de nuestro pasado, de sus personajes. En el Ateneo Jovellanos le debemos mucho. Gracias, Luis, por haber estado entre nosotros, por ser como eras. Vivirás en nuestro recuerdo, como persona de bien, como ateneísta y como maestro de esos que dejan profunda huella.
Descanse en paz.
LUIS RUBIO BARDÓN
Presidente del Ateneo Jovellanos

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