Texto escrito por Fidel García Martínez Primer Premio investigación Científica “Maria Zambrano” Profesores EE.MM.

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En el Antiguo Instituto se pueden contemplar unos documentos valiosos que reflejan la personalidad de una de las mujeres más comprometidas con la cultura sin adjetivos y con el pensamiento filosófico y poético del siglo XX. María Zambrano es un claro ejemplo de la síntesis de la poesía y la filosofía abiertas a la transcendencia. Discípula de los grandes filósofos del siglo XX como Ortega, Zubiri y García Morente, sintió gran interés por los poetas de la 98 como Machado o por los de la Generación del 27, Jorge Guillén. Su apuesta por el República, motivó que continuase su vocación de original pensadora en países como México, Cuba o Puerto Rico hasta su regreso , primero a Europa y luego a España. En Roma concibió una de las obras más personales de su trabajo de investigación que marcaría la originalidad de su pensamiento, El Hombre y lo Divino, un título esencial para conocer la verdadera personalidad de esta gran pensadora que nunca renunció a sus raíces profundas, como lo demuestra que su último deseo y testamento fue ser enterrada proclamando su total identidad de pensadora cristiana. En su regresa a España se le reconocieron sus méritos con los premios, el entonces Príncipe de Asturias 1987 y el premio Cervantes al año siguiente 1988. Preocupada por la deriva del pensamiento europeo hacia el ateísmo teórico y práctico, tanto del marxismo como del existencialismo, demostró con argumentos consistentes y concluyentes que el misterio de Dios era mucho mucho más que un enigma filosófico, que debería ser probado con argumentos ontológicos metafísicos. Ella estaba más cerca del Dios de la Revelación Cristiana, por eso denunciaba el nihilismo del hombre moderno, que intenta contar su historia, examinar su presente y proyectar su futuro sin contar con Dios, como proponían los filósofos de la sospecha Marx y Nietzsche. Para ella la pregunta sobre Dios no solo no se ha eclipsado, sino que sigue palpitante, pero en nuevas formas culturales: la realidad es que Dios sigue en la mente y en los corazones de los hombres. Para María Zambrano la razón filosófica y la razón poética, son caminos para el encuentro con el Dios Cristiano de la revelación, que impulsa a la hombres a realizar en libertad su propia vida. Maria Zambrano busca la unidad, la fuente escondida de donde salen tanto la poesía como la filosofía, a ninguna renuncia en su búsqueda de Dios. Como escribe: “Filosófico es el preguntar, y poético el hallazgo

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