LA VERDAD SOBRE LOS MANUSCRITOS DE QUMRÁN
Por FIDEL GARCÍA MARTÍNEZ, Catedrático de Lengua y Literatura y Doctor en Filología Románica.
En el año 1947 en el Wadi Qumrán, junto al Mar Muerto, aparecieron en diversas cuevas, once en total, unas jarras de barro que contenían un número de documente abundante, escritos en hebreo, arameo y griego. Se saben que fueron escritos entre en el s. II a. C y el año 70 d.C. en el que tuvo lugar la destrucción de Jerusalén por los romanos.Los documentos más importantes son, sin duda son los de los Textos de la Biblia Antiguo Testamento. Entre los textos de Qumrán no hay ninguno texto del Nuevo testamento, ni ningún texto cristiano. En algún momento se ha tratado de averiguar si algunas palabras escritas en griego sobre dos pequeños fragmentos de papiro encontrados allí pertenecían al Nuevo Testamento, pero no ha habido ningún indicio de palabras cristianas. Tampoco se puede probar que haya habido influencias en los textos del Nuevo Testamento. Hoy los especialistas están de acuerdo que el ámbito doctrinal de Qumrán, no influye nada en los orígenes del cristianismo, pues el grupo del Mar Muerto era sectario, minoritario y apartado de la sociedad, mientras Jesucristo y sus discípulos, así como los cristianos primitivos, vivieron inmersos en la sociedad judía de su tiempo y dialogaron con los judíos muchos de ellos lo eran.
En la primera mitad de los años noventa del siglo pasado se propalaron formidables mitos que hoy nadie asume, excepto por algunos enemigos de la Iglesia Católica. Estos mitos están relacionados con las mentiras que sostiene que los manuscritos contenían doctrinas que contradecían o al judaísmo o al cristianismo y que en consecuencia el gran Rabinato y el Vatiacano se habían puesto de acuerdo para impedir la publicación. Ahora todos los documentos manuscritos están todos publicados y es evidente que las dificultades no era ni doctrinas presuntamente, místicas ni de praxis ascética, sino se trata de problemática de orden científico filológico y hermenéutico. Los habitantes de Qumrán estaban familiarizados, con normas diferentes al Judaísmo Oficial del templo: no tenían ninguna clave secreta ni escondían teorías inconfesables.