Crónica del acto publicada por ANA RANERA en El Comercio

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Entrevista publicada por P.A. MARÍN ESTRADA en El Comercio

«El amor es un trabajo duro y diario, pero compensa»
Ignacio del Valle EscritorEl autor ovetense presenta en el Ateneo Jovellanos mañana su nueva novela ‘Lo que hicimos por amor’ con el Aula de Cultura

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Tras desvelarnos su universo poético en el reciente ‘Explicaciones no pedidas’ (Azimut), el escritor Ignacio del Valle (Oviedo, 1971) regresa a la novela con ‘Lo que hicimos por amor’ (Algaida), una lúcida disección de las relaciones afectivas. Mañana miércoles estará en el Ateneo Jovellanos para presentarlo en Gijón a las (19 horas) de la mano de Carlota Suárez y el Aula de Cultura de EL COMERCIO y el jueves en Oviedo, en la librería Cervantes, con presentación de Manuel García Rubio, también a las 19 horas.

-¿Por qué una novela con el amor como protagonista?

-Todos los escritores tenemos obsesiones, ruedan en bucle en la cabeza a lo largo de nuestra vida y entre las que yo tengo están las historias entre dos personas. Y es porque me parece un asunto muy épico. Yo adoro la épica, las grandes historias de romanos, griegos, de Alejandro Magno, César o la retirada de los diez mil de Jenofonte, todo eso me atrae muchísimo y pienso que las relaciones entre dos personas conllevan la misma épica. Por eso estoy tan obsesionado con ello.

-Abre citando a Safo y el amor como fuego. ¿El secreto está en cómo mantenerlo vivo?

-En la novela analizo el inicio de la relación entre los dos protagonistas, Juan y Anabel, el transcurso de los más de diez años que están juntos y el final del amor. Entremedias me detengo en los factores que mantienen una relación. Entre los que fui espigando, estaría que dos personas pueden ser diferentes pero tiene que haber un objetivo común, también una sorpresa constante, la estimulación de la otra parte, no aburrirse es muy importante. El dinero es clave, si no te ves sometido a muchas presiones; el sexo, evidentemente; o las palabras, porque van a surgir conflictos y cuanto más fluida sea la comunicación mejor se va a gestionar. Hay más.

-La segunda cita de John Le Carré se refiere al autoengaño.

-Lo que dice Le Carré es cierto. Puede sonar un poco cínico, pero para que una relación dure tienes que hacerte un poco el loco, no plantear ciertas preguntas que te gustaría. Que corra el aire también es fundamental. Y algo igual de importante es que tú quieras que eso dure, tiene que haber un compromiso y un equilibrio entre las reglas que nos hemos dado y nuestros instintos.

-Aludía al final del amor, porque se acaba…

-Es otra de las cosas que me obsesionan. Todos hemos sufrido esos finales de una relación. En mi cabeza, poéticamente siempre he tenido la alegoría de una estrella que se queda fría flotando en el espacio, porque desaparece un mundo de lenguajes secretos, de viajes, recuerdos en común. Todo eso me parece tristísimo y me da para unas páginas inevitablemente sombrías en la novela. Y el perdón me parece otro milagro, porque cuando se produce una afrenta en una relación es muy difícil perdonar. Y me viene otra referencia poética, la del Kintsugi, el arte cerámico japonés de transformar las heridas en belleza. En occidente lo que hacemos es unir los fragmentos y tratar de tapar las cicatrices, en Japón, sin embargo, las resaltan con líneas de oro. Es una buena alegoría de la historia que trato.

-En la que no habla solo del puro amor, ¿no?

-Claro, hay otro asunto que me obsesiona especialmente y es el de la demolición de la clase media. Napoleón tenía una frase y decía que para conocer a un hombre tienes que saber cómo era el mundo cuando él tenía veinte años. Yo pertenezco a una generación que tenía esa edad en los 90, como Juan el protagonista, que tiene parte de mí evidentemente. Crecí en un mundo que parecía el mejor de los posibles donde éramos jóvenes, teníamos dinero y parecía que todo iba a ir bien siempre. Eso con las sucesivas crisis se va demoliendo y a día de hoy estamos como estamos. Cuando te haces mayor tu espejo ya no refleja lo que pensabas que eras y en el plano económico sucede otro tanto: en la clase media hemos vivido relativamente bien hasta que de repente hemos tenido que empezar a renunciar a cosas que estaban en nuestro mundo. En la novela hay un análisis de esos miedos de la clase media.

-En el fondo ¿se trataría de lo mismo, de tener un suelo donde no perder pie y sentirse seguro?

-Es exactamente eso. El único paraíso que vas a conseguir es el que puedas crear con otra persona aquí en la tierra, es lo que vas a tener. En todo caso un amor que dure es un trabajo continuo y a veces te deja exhausto. En ese paraíso hay que bajar la basura, si tienes hijos hay que lidiar con ellos, y eso durante muchos años, algo que implosiona muchas relaciones. Está bien el sexo, los viajes y lo que cuentan las películas, pero el amor es ese trabajo duro, diario, aunque creo que compensa porque te da estabilidad, muchas cosas a cambio.

-La pregunta tonta: ¿Se puede vivir sin amor?

-Fray Luis de León decía que había conseguido la plena libertad porque había dejado de amar. Desde mi punto de vista esa es una forma de estar muerto en vida. Sartre, en cambio afirmaba que amar es ser esperado. Y no tener a nadie que te espere o te cuide o te escuche cuando estás mal, no sé si hay gente que lo puede hacer, pero a mí me parece extremadamente difícil. Yo no podría y la gente que conozco tampoco.

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