Texto escrito por el Catedrático de Lengua y Literatura y Doctor en Filología Románica Fidel García Martínez.

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La Resurrección de Jesucristo al tercer día según las Escrituras, es la verdad definitiva del Mensaje Cristiano. Solo desde esta fe proclamada y creída, que germinó después del primer Viernes Santo, se pueden entender la palabras de San Pablo: “si Cristo no ha resucitado los cristianos son lo más ilusos y desgraciados de los hombres”. Las actitudes incrédulas modernas y posthumanistas ante la Resurrección se pueden resumir así: Jesús murió definitivamente, la Resurrección supone un lenguaje puramente simbólico, un deseo que expresa una profunda verdad humana universal, en el sentido de que del mal puede surgir el bien y que la esperanza en una utopía secular-anticristiana de un futuro mejor es posible en forma de mundo feliz burgués del capitalismo consumista, con el dinero, como placebo y sustituto de la religión como afirmó W. Benjamín, o el fin de la religión y de la historia según el marxismo-helenismo en una sociedad sin clases, impuesta por la dictadura del proletariado.

En los relatos evangélicos histórico-teológicos de la Pasión Muerte y Resurrección de Jesucristo las mujeres tienen un protagonismo definitivo. Ellas permanecieron valientes y solidarias junto a la cruz, mientras que los discípulos, huyeron hacia Galilea. San Juan testigo de los acontecimientos en los últimos momentos de la Pasión y Muerte cita además de la Virgen María Madre de Jesús, quien está presente en todos los momentos de la vida de su Hijo, tanto en el inicio de la vida pública, como en el fin de la misma cuando al pie de la cruz se la entrega como legado al evangelista Juan que la recibe como madre; además cita a tres mujeres más: la hermana de su Madre, María de Cleofás y María Magdalena. Las imágenes que de María Magdalena se ofrecen en ciertos ambientes tanto literarios como cinematográficos son burdos montajes, como sucede en el film La última Tentación y nada tienen que ver con los datos evangélicos que nos presentan  a María Magdalena como la primera mensajera y testigo de la Resurrección. Sin embargo Pedro y sus compañeros en un primer momento no la creyeron y consideraron su anuncio, como cosas (ilusiones) de mujeres; el testimonio de la mujer no tenía ningún valor en la justicia judía. Pero la realidad es que María Magdalena, es considerada, incluso por Santo Tomás de Aquino como el primer apóstol de la Resurrección. Como afirma Joseph Ratzinger; la Resurrección de Jesucristo va más allá de la historia, pero ha dejado huella definitiva en la historia, por eso pudo ser refrendada por testigos, incluso incrédulos como Santo Tomás, que comieron y bebieron con el Resucitado. A luz de esta Fe pascual se recogió la predicación de Jesús y se escribieron los evangelios.

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