Texto escrito por el Catedrático de Lengua y Literatura y Doctor en Filología Románica Fidel García Martínez.

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Santa Benedicta de la Cruz, más conocida en los ambientes filosóficos como Edith Stein, es una de las mujeres más impactantes de la posmodernidad. Su vida fue una búsqueda de la Verdad, a la que llegó desde el judaísmo más ortodoxo de su madre, pasando por el ateísmo fenomenológico, hasta encontrar la verdad leyendo el libro de la VIDA de Santa Teresa de Jesús. Acabó su vida martirizada por el nazismo en el campo de exterminio de Auswich, por su condición de raza judía y monja carmelita. Fue declarada por su admirador y estudioso de su pensamiento San Juan Pablo II, Patrona de la UE
Además de su labor como profesora universitaria, conferenciante, pedagoga y profunda teóloga como aparece en su comentario La Ciencia de la Cruz, se distinguió por tenacidad en la defensa por la dignidad de la mujer en la Sociedad y en la Iglesia. Experimentó en su propia vida de profesora universitaria la injusticia y la marginación de ser mujer al no poder llegar a la cátedra, vetada por su mismo maestro Husserl, quien sin embargo vio en ella, la persona más preparada por el cargo, lo que motivó que Edith Stein se separara intelectualmente de su maestro buscando la autonomía como docente. Se enfrentó tanto al nazismo en su concepción biologicista de la mujer, como simple reproductora de la raza aria, como contra el romanticismo y su concepción de la mujer fatal u objeto sexual, propio de los grupos de poder político que gozaban de mayor fuerza como en la actualidad.
Ella en todas sus obras y magisterio como conferenciante y animadora de grupos femeninos, defendió siempre con energía y sabiduría la vida profesional la mujer que pueda ni deba llegar a realizar con total éxito cualquier profesión. Para ella la guerra de sexos que la ideología radical feminista fomenta, basada en la extrapolación marxista-darwinista de la lucha de clases perjudica a ambos sexos, más si cabe a la mujer en particular y las más débiles en general.
Edith Stein como filósofa, pedagoga y educadora católica defiende siempre la dignidad esencial en derechos y deberes de los dos sexos, como personas creadas a imagen y semejanza de Dios y su máxima dignidad, que es sagrada. Ni el hombre es amo de la mujer ni la mujer es enemiga ni esclava del hombre sino su compañera con los mismos deberes y los mismo derechos, no son opuestos sino complementarios. Para Edith Stein la mujer está llamada a ser la compañera y la madre del hombre. La especie humana se conforman en dos sexos, ambos necesarios y ningún excluyente. El cuerpo de la mujer no puede ser explotado ni cosificado, por nadie ni por nada. Ni por la prostitución ni la pornografía capitalista
Tanto el hombre como en la mujer han recibido los mismos dones, pero en medida y relación distinta. Edith Stein fue una adelantada a su tiempo cuando escribía: “tras la evolución experimentada en los últimas décadas, hay que considerar ya cerrada la época histórica en que se daba una distinción entre tareas humanas y se asignaba a la mujer las faenas domésticas, mientras que la lucha por la existencia fuera del hogar quedaba reservada al marido” En estos tiempos de violencia contra la mujer que no cesa cierta ideología totalitaria pretende imponer viejos y caducos comportamientos darwinistas-marxistas.

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